jueves, 25 de noviembre de 2010

Edisson Altuve CRF

Globalización de la pobreza y la exclusión social

La globalización supone indudables ventajas, pero también grandes desventajas. Entre los actores que se han beneficiado están las instituciones financieras, las empresas multinacionales, las mafias internacionales, turistas, ONG, y la mano de obra muy cualificada. El 20% más rico de la población mundial ganaba 30 veces más que el 20% más pobre en 1960. En 1990 la proporción era de 60 a 1, y en 1997 la diferencia era de 74 a 1, según el PNUD. El siglo XX ha acentuado la desigualdad, en vez de reducirla. En 1820 la proporción era de 3 a 1, de 7 a 1 en 1870, de 11 a 1 en 1913, y de 74 a 1 en 1997, es decir, hoy las desigualdades son mayores que nunca. También hoy más de 80 países (el África subsahariana y los países del antiguo bloque soviético) tienen una renta per cápita inferior a la de hace una década, y curiosamente muchos de estos países son los más integrados en el comercio global en términos de PIB.

La globalización no contempla ningún mecanismo de redistribución de la renta. Para paliar el desastre de la globalización de la pobreza, se han propuesto algunas medidas, como la condonación de la deuda externa de los países más pobres y el aumento de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), hasta alcanzar el 0,7% del PIB de los países ricos. Pero los pobres probablemente prefieran que les paguen más por el café y otros productos de exportación a las medidas meramente caritativas; como decía un chiste, "Pagar mejor el café, y menos ONG".

Algunas de las iniquidades de la globalización son consecuencia de las mismas faltas de equidad entre países ricos y pobres, o entre las poblaciones ricas y pobres dentro de ellos, tal como el PNUD ha descrito durante años. El 20 por ciento más rico de la población mundial controla el 86 por ciento del PIB mundial y el 82 por ciento de las exportaciones de bienes y servicios, mientras que el 20 por ciento más pobre apenas un 1 por ciento del PIB y las exportaciones. La globalización ha supuesto también un aumento de la exclusión social, marginando a grupos sociales completos de toda participación real, con el aumento del desempleo y de la pobreza.

En América Latina, según la CEPAL, el número de pobres, que en 1980 era de 135 millones, llegó a 200 millones en 1990, y en 1997, a pesar del crecimiento económico experimentado en ese periodo, alcanzó la cifra de 204 millones, y de ellos cerca de 90 millones son indigentes, viviendo en una pobreza extrema.

La crisis de 1999, que afectó a numerosos países latinoamericanos, ha agravado la pobreza y la exclusión social, en un contexto de aumento de las desigualdades sociales, a escala internacional y en cada país. El llamado pensamiento único, que desprecia toda protección social y cualquier mecanismo que no sea la dura lógica darwinista de la supervivencia en el mercado, contribuye a agravar las desigualdades Norte/Sur y dentro de cada país. Un ciudadano de Estados Unidos gana por término medio más que cien ciudadanos de Haití. En España el 20% de los más ricos tienen 4,4 veces más ingresos que el 20% más pobre, mientras que en Colombia tienen 15,5 veces más, cifra que casi duplica al 8,9 de Estados Unidos, que es uno de los países industrializados con mayores desigualdades, según el Informe sobre Desarrollo Humano 1999 del PNUD.

Una nueva forma de iniquidad puede verse en la integración de las comunicaciones. "Internet une a las personas en una nueva red global, pero el acceso se concentra entre las personas de los países ricos," dice el informe. Los países de la OCDE controlan el 91 por ciento de los usuarios de Internet.

La globalización económica, o el aumento del comercio exterior, se ve favorecido por la apertura y liberalización de los mercados y por el impacto de la actual revolución tecnológica sobre las comunicaciones tanto físicas (transportes), como electrónicas (información). Uno de los aspectos clave es la gran movilidad del capital financiero, la existencia de un mercado planetario donde diariamente y a la instantánea velocidad de la luz, las redes electrónicas mueven e intercambian sin control, 1,5 millones de millones de dólares. El 20% de los bienes y servicios producidos anualmente son exportados e importados.

Sin embargo, la palabra globalización no se usa sólo referida a la globalización económica o financiera, sino que abarca otros aspectos. Se trata de un proceso que integra las actividades económicas, sociales, culturales, laborales o ambientales. La globalización supone también la desaparición de las fronteras geográficas, materiales y espaciales. Las redes de comunicación, desde Internet a los teléfonos móviles, ponen en relación e interdependencia a todos los países y a todas las economías del mundo, haciendo realidad la llamada aldea global. Globalización y neoliberalismo no son términos sinónimos, pero actualmente se produce una repetida concordancia entre el fenómeno físico de la globalización y el fenómeno ideológico del neoliberalismo. La redistribución de la renta, a escala nacional y mundial, se relega completamente, y la única esperanza es un utópico derrame.

Globalización y democracia

Aunque se habla de la "mano invisible" del mercado como único motor regulador de la economía, esta mano que aprieta y ahoga tiene actores concretos, y responde a influencias políticas y económicas no sujetas a control democrático: el G-7 (o G-1, EE UU), la OCDE, el FMI, el Banco Mundial y la OMC actúan como los verdaderos garantes de un gobierno mundial. Los países en desarrollo, donde vive cerca del 80 por ciento de la población mundial, apenas tienen voz en las instituciones donde realmente se decide el destino de la Humanidad. El FMI y el BM con sus planes de ajuste estructural obligan a privatizar las empresas públicas y a reducir los gastos sociales y de protección ambiental. Los Estados pierden capacidad de decisión tanto económica como política, en favor de las grandes multinacionales. Imbuidos por esta lógica neoliberal, los países dictan normas y leyes liberalizadoras; firman acuerdos comerciales que favorecen las dinámicas del "libre" mercado; se integran en bloques económicos regionales y subsistemas globales (Unión Europea, TLCAN, Mercosur, ASEAN, entre otros); impulsan las privatizaciones; abandonan las políticas de tipo social y condenan a los más desfavorecidos a la miseria y la marginación.

La crisis financiera del Este de Asia en los años 1997-99 demuestra los peligros de la globalización financiera, al igual que la crisis de Rusia en 1998 y Brasil y otros países latinoamericanos en 1999.

Ante la sucesión de las tormentas financieras -desde el efecto tequila al efecto vodka, pasando por el efecto samba-, por primera vez se alzan algunas voces críticas dentro del propio FMI. La farmacopea neoliberal que sigue utilizando los planes de ajuste estructural impuestos por el FMI, obliga a que el país que recibe los créditos abra de par en par sus mercados financieros para permitir que la gran banca extranjera compre los bancos nacionales; fuerza a elevar las tasas de interés –lo que ocasiona el hundimiento de las empresas locales-; impone subidas de impuestos que son soportadas por las capas medias y bajas cada vez más empobrecidas; y conmina a draconianos recortes en el gasto público.

Nuevas oportunidades

La tendencia impuesta por la globalización no es hacia la convergencia sino hacia el aumento de las desigualdades. La globalización contribuye a la degradación ambiental, acentúa la pobreza, la exclusión social y las desigualdades sociales dentro de cada país y entre países industrializados y en desarrollo, pero es un fenómeno irreversible, al que es difícil combatir, y más bien se debería tratar de regular, para impedir las peores consecuencias, para la sociedad y el medio ambiente.

La globalización también ofrece grandes oportunidades para erradicar la pobreza, extender la democracia, obligar a respetar los derechos humanos y empezar a caminar hacia el desarrollo sostenible. En los últimos años se han firmado o se están negociando Convenios internacionales sobre Protección de la Capa de Ozono, Cambio Climático, Biodiversidad, Desertificación y Contaminantes Orgánicos Persistentes, entre otros. La Conferencia de Río en 1992 sobre Medio Ambiente y Desarrollo no resolvió los problemas, pero al menos los puso sobre la mesa, primer paso para su solución.

El desarrollo tecnológico y el actual grado de desarrollo permiten erradicar la pobreza y solucionar los problemas ambientales, pero para ello se requieren cambios profundos y desde luego nada fáciles de lograr. Las razones y los datos que avalan el pesimismo son enormes, pero también hay signos para el optimismo, como el fin de la guerra fría y la amenaza nuclear, la disminución de los gastos en armamento, la disminución de conflictos, el freno del crecimiento demográfico en la mayoría de los países, el desarrollo de las energías renovables, las nuevas tecnologías de la información, la extensión de la democracia a más países que nunca, el mayor respeto de los derechos humanos, la mayor igualdad entre hombres y mujeres, la extensión de la educación, el mayor rechazo de la corrupción, o la generalización de las ONG y la mayor participación de la sociedad civil. La industria nuclear ha entrado en un declive irreversible, y los cultivos y alimentos transgénicos pueden correr igual suerte, ante el masivo rechazo de los consumidores. La generalización de Internet y de los teléfonos móviles permite dar a conocer cualquier denuncia de forma instantánea a todo el mundo. Internet no sólo es un instrumento del capital, sino que puede servir, y sirve, para luchar por la equidad social y la sostenibilidad ambiental.

La tarea, como señala el PNUD no es combatir de forma quimérica el irreversible proceso de globalización, sino tratar de encauzarlo, para que se produzca con:

*Ética: con menos violación de los derechos humanos, no con más.

*Equidad: con menos desigualdades sociales, entre países y dentro de cada país.

*Inclusión: con menos marginación de pueblos y países, no con más.

*Sostenibilidad: menos destrucción ambiental, no más.

*Desarrollo: menos pobreza y privación, no más. Entre las medidas a adoptar está la condonación de las deudas públicas exteriores de los países del Tercer Mundo.

*Transparencia: El comportamiento de las empresas multinacionales y de las grandes instituciones mundiales, como el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, debe ser más transparente y más regulado, y en el caso de las instituciones internacionales se hace necesario una mayor democratización, aumentando la participación de los pueblos de los países en desarrollo, que hoy sufren sus políticas, sin participar en sus decisiones. En el caso de las empresas multinacionales, los grandes actores de la globalización, no basta con códigos voluntarios de conducta, sino que es necesario controlar y regular los efectos de sus actividades económicas en el medio ambiente, la salud, el empleo, los niveles salariales y el respeto de los derechos humanos.

Para encauzar y humanizar el proceso de globalización es necesario reforzar la estructura de las Naciones Unidas, al contrario de lo que quiere la nueva administración de la derecha republicana en EE UU, crear un Tribunal Penal Internacional para castigar las violaciones de los derechos humanos, y elaborar un código de conducta obligatorio para las multinacionales, en el marco de la Organización Mundial de Comercio. Igualmente es necesario reforzar y dotar de instrumentos y presupuestos a los Convenios de Cambio Climático y de protección de la Diversidad Biológica, para que puedan cumplir sus fines. No todo está perdido.

La Convergencia Norte-Sur implica la necesidad de reducir el consumo de energía y otros recursos en los países desarrollados y de incrementar el nivel de vida en los países en desarrollo, sin que la suma de todos los recursos consumidos ponga en peligro los procesos ecológicos esenciales, el clima y la diversidad biológica. Las necesidades del Norte se deben satisfacer de manera que no comprometa la satisfacción de las del Sur, así como la de las generaciones futuras del Norte y del Sur.

El Norte, y también las ONG ambientalistas, no pueden reclamar a los pueblos del Sur un gran esfuerzo para preservar la biodiversidad y para no aumentar la emisión de gases de invernadero y otras sustancias

contaminantes, como CFCs, SO2 y NOx, sin un esfuerzo paralelo para reducir el insostenible consumo del Norte, repartir más equitativamente los recursos entre el Norte y el Sur y eliminar la pobreza. A tal fin, según el consenso alcanzado en multitud de foros, se deben adoptar las siguientes medidas:

a. Reducción de la Deuda Externa de los países del Sur y del Este. La cancelación de la deuda externa oficial y privada es una condición básica para superar la pobreza y la degradación ambiental en los países del Sur y del Este. La cancelación de la deuda no debe ser supeditada a la implantación de los clásicos programas de ajuste estructural.

b. Acceso de los productos con mayor valor añadido y menor impacto ambiental de los países del Sur a los mercados del Norte, excepto para aquellos productos cuya explotación no sostenible sea lesiva para el medio ambiente o para la erradicación de la pobreza, reduciendo las barreras comerciales y no comerciales así como los subsidios a los bienes producidos en el Norte. Igualmente la OMT (Organización Mundial de Comercio) debe ser reformada, permitiendo a los países en desarrollo proteger sus mercados internos de la devastadora competencia internacional, adoptando las medidas adecuadas para que los productos internalicen los costes ambientales y sociales y prohibiendo los subsidios resultantes de externalizar los costes ambientales y sociales de algunos bienes y servicios. La simple liberalización de los mercados no va a resolver los problemas sociales y ambientales.

c. Transferencias financieras del Norte al Sur, generando fondos adicionales para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza y el cumplimiento de los compromisos del Sur, en orden a preservar la diversidad biológica, frenar el cambio climático, proteger la capa de ozono, reducir la deforestación y los procesos de desertificación. El Norte debe incrementar su asistencia oficial al desarrollo por lo menos hasta el 0,7% del PIB, implicando a todas las administraciones (estatal, regional y local), así como a la sociedad civil. Los fondos adicionales deben ser incrementados, gestionados democráticamente y se debe velar para que efectivamente sirvan para superar la pobreza y evitar el deterioro ambiental, y no para enriquecer a las élites del Sur.

d. Transferencia de tecnología al Sur, en condiciones ventajosas y en muchos casos sin contrapartidas económicas, especialmente de aquéllas que mejoren el medio ambiente y reduzcan la emisión de contaminantes y gases de invernadero, como las energías renovables, las que incrementan la eficiencia energética, el transporte colectivo, o la refrigeración sin CFCs.

e. Iniciativa contra la pobreza, eliminando el hambre, aumentando la autosuficiencia alimentaria, y distribuyendo más equitativamente el ingreso, en el Norte y en el Sur, donde las diferencias de renta son aún mayores que en el Norte. Los países del Norte deben adoptar estilos de vida menos consumistas, eliminando el despilfarro de energía y de otros recursos no renovables, lo que no significa disminuir la calidad de vida, e incluso puede aumentarla (mejora de la salud, incremento del tiempo libre).

f. Iniciativa para lograr la estabilización de la población, aunque para ello hay que empezar a atacar algunas de las causas últimas del crecimiento demográfico en el Sur, como la pobreza (los hijos garantizan la pensión a los pobres en su vejez), el acceso a la educación , al empleo y a los cuidados primarios de la salud, especialmente para las mujeres pobres y sus hijos, poniendo al alcance de todos los servicios de una planificación familiar libre y responsable.

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De: jesus guerrero <jexux.50@gmail.com>
Fecha: 23 de noviembre de 2010 22:32
Para: jmalaguera.8730923452@bloggeer.com


REFLEXIONES SOBRE LA GLOBALIZACIÓN

INTRODUCCIÓN

La globalización se ha convertido en tema obligado de análisis y discusión, tanto en los foros políticos y empresariales como en el ámbito académico. Pese a ser tan difundido el concepto, no existe consenso sobre los alcances que ha tenido el proceso globalizador a escala planetaria, sino que más bien se presenta una verdadera confrontación de ideas, unas tratando de justificar el statu quo internacional, bajo el supuesto de que todos los países tienen las mismas oportunidades, al tiempo que otras rechazan cualquier posibilidad de inserción ventajosa en la actual división internacional del trabajo. Una tercera posición trata de conciliar los puntos de vista extremos y de formular una especie de síntesis, en la cual las fortalezas y las debilidades dependen no solo de la correlación de fuerzas en el plano económico y político a escala mundial, sino también de las transformaciones estructurales que se lleven a cabo al interior de las naciones menos desarrolladas.

Independientemente de los enfoques planteados, la globalización se ha convertido en una especie de pretexto para justificar las desigualdades entre los diferentes grupos de países dentro de la actual división internacional del trabajo y, si bien es cierto que los cambios tecnológicos ocurridos en las últimas décadas ofrecen nuevas oportunidades de mejorar la situación de las naciones atrasadas en el contexto internacional, ésta tiende a depender cada vez más de la estrategia transnacional de acumulación a escala mundial.


Definiendo la globalización

Existen múltiples interpretaciones del concepto "globalización", todas ellas enmarcadas dentro de parámetros ideológicos y políticos, unos más o menos rígidos, otros más o menos eclécticos. En términos generales, la globalización es analizada desde posiciones tecnoeconómicas, socioeconómicas, políticas, geopolíticas, partidistas, religiosas, etc. No obstante, existen rasgos comunes a todas las interpretaciones, en el sentido de ver en la globalización una etapa avanzada de la división internacional del trabajo, la cual se caracteriza por una mayor interacción e interdependencia de los factores y actores que intervienen en el proceso del desarrollo mundial. Estos factores y actores son de índole económica, social, política, ambiental, cultural, geográfica, etc., e involucran relaciones entre Estados, regiones, pueblos, empresas, partidos, etc. Existen, sin embargo, posiciones claramente divergentes que es necesario analizar.



Para los defensores de la globalización ésta consiste en la profundización de la interdependencia económica, cultural y política de todos los países del mundo. Entre los principales argumentos a favor de este enfoque se destacan, por ejemplo, el incremento inusitado del comercio mundial de bienes y servicios, así como del flujo de capitales, gracias, entre otros factores, al avance de los medios de transporte, así como al uso de las nuevas tecnologías de información y comunicación,1 las cuales han hecho posible una mayor integración de los países, mediante el uso de recursos apoyados en las tecnologías satelitales y, especialmente, de la Internet, la red de redes mundial. Es tal la importancia de estos cambios tecnológicos que algunos autores consideran que han provocado el surgimiento de una especie de "nuevo continente sin tierra", en el cual las fronteras convencionales prácticamente desaparecen, dando lugar a la aparición de una "nueva economía" (OHMAE, 2000). A este proceso contribuye, supuestamente, la reducción de aranceles y de trabas a la circulación del capital entre los países.

Para los defensores de la globalización ésta se presenta como un fenómeno históricamente irreversible, al cual deben sumarse todos los países, si no quieren perder el tren del desarrollo.2 En este mismo sentido se expresa Reich, para quien en el futuro "no existirán productos ni tecnologías nacionales, ni siquiera industrias nacionales. Ya no habrá economías nacionales, al menos tal como concebimos hoy la idea" y lo único que le queda a los países, como bien fundamental, es su población con sus capacidades y destrezas. Por eso "la principal misión política de una nación consistirá en manejarse con las fuerzas centrífugas de la economía mundial que romperán las ataduras que mantienen unidos a los ciudadanos – concediendo cada vez más prosperidad a los más capacitados y diestros, mientras los menos competentes quedarán relegados a un más bajo nivel de vida"(REICH, 1993: 13).

A pesar de sus críticas a las imperfecciones del mercado, Soros considera que "el sistema capitalista puede compararse con un imperio cuya cobertura es más global que la de cualquier imperio anterior. Gobierna toda una civilización y, como en otros imperios, quienes están por fuera de sus murallas son considerados bárbaros. No es un imperio territorial porque carece de soberanía y del boato de la soberanía; de hecho, la soberanía de los estados que pertenecen a él es la principal limitación de su poder y su influencia". Según el autor, este imperio es casi invisible, pues carece de una estructura formal, y la mayoría de sus súbditos supuestamente "no saben que están sometidos a él", aunque su poder hace que quienes le pertenecen no puedan fácilmente abandonarlo(SOROS, 1999:135).

Otros interpretan el proceso actual del desarrollo planetario como una especie de "mundialización", que en el fondo coincide con el enfoque globalizante. Así, por ejemplo, para Nayyar la mundialización "puede entenderse simplemente como la organización y la expansión de las actividades económicas a través de las fronteras nacionales...... como un proceso relacionado con una creciente apertura económica, una creciente interdependencia económica y una mayor integración económica de la economía mundial"(NAYYAR, 2000:7).

Desde el punto de vista de la cultura, uno de los defensores de la globalización en Latinoamérica es el escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien considera que lejos de destruir las culturas nacionales, la globalización genera oportunidades para su desarrollo e internacionalización. Para el autor, "...una de las grandes ventajas de la globalización, es que ella extiende de manera radical las posibilidades de que cada ciudadano de este planeta interconectado -la patria de todos- construya su propia identidad cultural, de acuerdo a sus preferencias y motivaciones íntimas y mediante acciones voluntariamente decididas. Pues, ahora, ya no está obligado, como en el pasado y todavía en muchos lugares en el presente, a acatar la identidad que, recluyéndolo en un campo de concentración del que es imposible escapar, le imponen la lengua, la nación, la iglesia, las costumbres, etcétera, del medio en que nació. En este sentido, la globalización debe ser bienvenida porque amplía de manera notable el horizonte de la libertad individual".3 En síntesis, la globalización se presenta como el proceso en el cual se da una integración y complementariedad de los aspectos financiero, comercial, productivo y tecnológico, nunca antes visto. Esto produce la sensación de que "la economía mundial ya no es una sumatoria de economías nacionales, sino una gran red de relaciones con una dinámica autónoma"(WOLOVICK, 1993).

Las estadísticas aparentemente también corroboran la validez del argumento en favor de la globalización. De acuerdo con la OMC, entre 1948 y 1998 el comercio mundial de mercancías se multiplicó por 18 veces, a un promedio del 6% anual, especialmente las exportaciones de manufacturas que aumentaron en 43 veces. La producción mundial de las mismas se multiplicó por 8 veces, a un promedio anual del 4,2%. La parte del PIB mundial destinada al comercio de mercancías se elevó del 7% al 17,4%. En 1998 el volumen del comercio mundial total ascendió a 6,6 billones de dólares, de los cuales 5,3 billones(80%) correspondían a mercancías y 1,3 billones (20%) a servicios comerciales.4 Las exportaciones por habitante se incrementaron de 123 dólares a 951, es decir en 7,7 veces, a un promedio anual del 4,2%5. Durante el período analizado el PIB mundial pasó de cerca de 4 billones a 27,6 billones de dólares, con un aumento promedio anual del 4%, mientras que el PIB por habitante pasó de 1.591 a 4.623 dólares, con un crecimiento promedio anual del 2,2%, mostrando un franco deterioro, especialmente durante el período 1990-1998, cuando decreció en promedio el 1,4%, al tiempo que el PIB creció en promedio el 2,6%. Mientras tanto, la población mundial pasó de 2.473 millones de personas en 1948 a 5.973 millones en 1998, con un crecimiento promedio anual del 1,8%, muy por debajo del crecimiento del producto mundial(OMC, 1999).

Igualmente impresionante ha sido el incremento de los flujos de inversión extranjera directa (IED). De acuerdo con la OMC, entre 1973 y 1998 estos se multiplicaron por 27, a un promedio anual del 14%. Solo en 1998 el volumen de estos flujos alcanzó la suma de 645 mil millones de dólares, contra 24 mil en 1973 y 60 mil en 1985. El monto total acumulado de IED en el mundo alcanzaba en 1998 la cifra de 4,1 billones de dólares. La proporción de IED con respecto al PNB a escala mundial más que se duplicó durante 1980-1997, al pasar de 5,0% al 11,7%. En los países en desarrollo este factor se multiplicó por 3, al pasar del 5,9% al 16,6% durante el mismo período, mientras que en los menos adelantados aumentó del 2,2% al 5,7%(OMC, 1999).

Como podemos observar, tanto el incremento de la actividad económica mundial, como los cambios cualitativos en las principales fuerzas productivas, han sido significativos, especialmente a partir de la década del setenta en el siglo XX. Este ha sido el principal argumento para justificar el enfoque globalizador de la actual fase del desarrollo planetario. No obstante, los indicadores económicos no favorecen por igual a todos los países dentro de la división internacional del trabajo, ni tampoco el comercio mundial es el motor del desarrollo de los países más avanzados, como podría esperarse.

1 De acuerdo con Thurow " desde el punto de vista tecnológico, los costos de transporte y comunicación han bajado sustancialmente, y la velocidad con la cual se viaja y se transmite ha aumentado exponencialmente. Esto ha hecho posible crear nuevos sistemas de comunicaciones, dirección y control dentro del sector empresarial. Los grupos de diseño e investigación se pueden coordinar en diferentes partes del mundo; los componentes se pueden fabricar en el lugar del mundo que sea más barato y enviar a puestos de montaje que minimicen los costos totales. Los productos armados se pueden despachar rápidamente hacia donde sean necesarios a través de sistemas de fletes aéreos puntuales"(THUROW, 1996: 129)

2 Según el Director del FMI "la globalización está aquí para quedarse: la realidad es que nosotros ya vivimos en una economía global, donde los flujos de comercio, de capital y el conocimiento más allá de las fronteras nacionales no sólo es grande sino que cada año se incrementa más. Los países que no estén dispuestos a engancharse con otras naciones arriesgan a quedar rezagados del resto del mundo en términos de ingresos y de desarrollo humano". Véase también: Claudia Vallejo. "El dilema de la globalización". El Espectador. Santafé de Bogotá, 23 de junio de 2001.

3 Ver: Mario Vargas Llosa. "Culturas y globalización". En: El Tiempo. Santafé de Bogotá, junio 11 de 2000.

4 En el 2000 el comercio mundial ya alcanzaba 7,6 billones de dólares, de los cuales el 81% estaba compuesto de mercancías y el 19% por servicios comerciales.(WTO, 2001:9).


5 Para los defensores del libre comercio este trae beneficios a los países menos desarrollados, pues al aumentar las importaciones se obliga a las empresas nacionales a disciplinarse "forzándolas a ajustar los precios a los costos marginales y reduciendo así las distorsiones creadas por el poder monopolístico". Al mismo tiempo "la liberalización comercial puede incrementar permanentemente la productividad las empresas pues éstas obtienen bienes capital modernos e insumos intermedios de alta calidad a precios más bajos" y finalmente "la productividad de las empresas aumenta cuando éstas entran en contacto con clientes internacionales exigentes y con las "prácticas óptimas" de sus competidores externos. Además, las empresas nacionales pueden beneficiarse si tienen la oportunidad de rediseñar los productos de empresas extranjeras". Ver: Simon J. Evenett. "El sistema de comercio mundial. El camino por recorrer". En: Finanzas & Desarrollo. Diciembre de 1999, p.22

Los detractores de la globalización

Para algunos de los que están en contra de la globalización como criterio para definir la etapa actual del desarrollo mundial, ésta no es más que una nueva forma de colonialismo, puesto que en el fondo lo que se ha hecho es reemplazar viejas formas de sometimiento, por otras más sofisticadas, impidiendo superar la distribución desigual del poder y la riqueza en el mundo.6

Según el SELA, la globalización se presenta como una ideología que "enaltece el fundamentalismo del mercado, exalta la libertad de comercio, impulsa el flujo libre de los factores de la producción (excepción hecha de la mano de obra, que continua sometida a numerosas restricciones de diverso tipo), propugna el desmantelamiento del Estado, asume la monarquía del capital, promueve el uso de las nuevas tecnologías, favorece la homologación de las costumbres y la imitación de las pautas de consumo y fortalece la sociedad consumista"(SELA, 2000b).

Desde la orilla de la sociología se critica el enfoque reduccionista de la globalización a tan solo los fenómenos económicos y tecnológicos, en el cual no se tiene en cuenta el papel de los actores sociales. Según Mato, quienes fetichizan la globalización la representan "como si se tratara de una suerte de fuerza suprahumana que actuaría con independencia de las prácticas de los actores sociales" y de expresiones culturales como los valores, las costumbres, las artes, etc (MATO, 2001).

Una critica al hecho de no tener en cuenta el factor cultural cuando se explica el fenómeno de la globalización lo hace el SELA al afirmar que "la discusión de la dimensión cultural de la globalización no está incorporada explícitamente en la mayoría de los modelos de economía política (tanto los del neoliberalismo como de sus opositores) y ocupa un papel relativamente menor en las teorías de relaciones internacionales. Sin la dimensión cultural es muy difícil impartirle coherencia a una lectura del mundo contemporáneo en el cual el nacionalismo, la religión y los conflictos interétnicos tienen una influencia equivalente a los aspectos internacionales y seculares. Los modelos de economía política y de relaciones internacionales actualmente vigentes no pueden por sí solos explicar, dar sentido y proponer políticas orientadas a la solución de los problemas multidimensionales que hoy enfrentamos" (SELA, 1996)

Otro crítico de la globalización afirma que "más que un término (la Globalización), es una obscura mancha que se viene extendiendo al interior de la economía mundial y comienza a dominar el escenario y éste es el espacio productivo ganado por la gran corporación. De modo que lo que se indica como "globalización" no es otra cosa que la cutícula externa de una inmensa internacionalización concentradora del capital que tiene su sujeto activo en la Corporación Transnacional" (GARCíA M, 2001)

Para Samir Amín, uno de los más radicales críticos del capitalismo en general, y del capitalismo global, en particular, "el capitalismo real es necesariamente polarizador a escala global, y el desarrollo desigual que genera se ha convertido en la contradicción más violenta y creciente que no puede ser superada según la lógica del capitalismo"(AMIN, 2001). En este mismo sentido reaccionan los nuevos sepultureros del llamado ultraimperialismo, basándose en las contradicciones que aquejan a las potencias desarrolladas, tanto en lo económico como en lo político y lo social, y su impacto negativo sobre el resto del mundo.7

Otros analistas consideran que la euforia globalizadora se intensificó después del derrumbe del socialismo eurosoviético, lo que significó el retorno de la historia a su "cause natural", es decir, el de la universalización del capitalismo. En forma irónica estos autores afirman que a partir de entonces la globalización se nos presenta como "el fundamento inexorable" del nuevo orden poscomunista mundial. Es la "nueva aldea global", en la cual supuestamente la comunidad capitalista mundial se encuentra en proceso de "armonización y homogeneización", y en donde el universo de aparatos electrónicos, "acortan tiempos y distancias y universalizan las condiciones de vida y las "fabulaciones" humanas" (CERVANTES, 2001)8.

Resulta curioso que uno de los más connotados representantes del capitalismo financiero especulador, George Soros, se manifieste en contra de lo que el llama el "fundamentalismo" de mercado, al cual responsabiliza de que "el sistema capitalista global carezca de solidez y sea insostenible" (SOROS, 1999:22), amenazando a una supuesta "sociedad abierta".9 Es más, para Soros el sistema capitalista global, como todo imperio, tiene un centro que "se beneficia a costa de la periferia" y, lo más importante, "exhibe algunas tendencias imperialistas" y "lejos de buscar el equilibrio, está empeñado en la expansión" (SOROS, 1999: 135-136). Esta crítica, como pudimos constatarlo más arriba, de ninguna manera cuestiona al sistema como tal, sino las imperfecciones de su funcionamiento.10

Otros autores, ante el fracaso de la estrategia neoliberal de lograr la integración del capitalismo mundial, donde supuestamente desaparecerían las desigualdades entre los países, y ante los claros signos recesivos de las economías más desarrolladas, optan por decretar el fin de la globalización.11 En general, las fuerzas políticas que lideran los cambios mundiales en la actualidad cuestionan seriamente los alcances del enfoque neoliberal, sustento teórico de la globalización, en la solución de los problemas que aquejan a la humanidad.

Las posiciones antiglobalización se manifiestan no solo en los escritos, sino que también se han traducido en acciones concretas de protesta callejera, y no precisamente en los países en desarrollo, sino en el mismo corazón del capital financiero, como han sido los casos de Seattle en Estados Unidos y de varias ciudades europeas. El motivo de estas protestas es la acusación que se hace a organismos multilaterales como la OMC, el FMI y el Banco Mundial, de ser los responsables de los males que padece la humanidad, tales como la contaminación del medio ambiente, el uso irracional de los recursos naturales, la pobreza, las desigualdades, etc.

6 Véase: "La globalización, nueva forma de colonialismo". En: Tercer Mundo Económico. http://www.tercermundoeconomico.org.uy/TME-134/tendencias01.htm. Consultado en agosto 28 de 2000

7 Véase, Jorge Beinstein. Escenarios de la crisis global. (BEINSTEIN, 2000)

8 Siguiendo con la misma reflexión, los autores señalan: "la aldea global viste, calza, come y sueña las mercancías producidas en una "fábrica global", un universo de relaciones capitalistas de producción cualitativa y cuantitativamente nuevas, que no conoce departamentos estancos y ha recibido de una deidad ignota el mandato de absorber los restantes modos de producción y organización social. Las economías nacionales y los diversos sectores económicos se convierten en talleres de esta fábrica, se "entrelazan" progresivamente y revelan su carácter "complementario". Esta interpenetración favorece la "movilidad de hombres y capitales", con los consecuentes beneficios en términos de "libertad individual"" y como consecuencia de todo esto "la prosperidad y estabilidad del mundo capitalista desarrollado "se derrama" en las economías de los países subdesarrollados que comercian con ellos, con lo cual se confiere un mayor equilibrio al balance económico mundial. La producción y la circulación de la riqueza se libran de las ataduras territoriales y de la soberanía de los Estados nacionales, y un nuevo tipo de soberanía, basada en la "cooperación", la "interdependencia", la "reciprocidad", la "cohesión" y la "solidaridad", renace bajo la forma de la supranacionalidad. La globalización, en fin, fomenta una significativa ampliación del "área de la modernidad" y un aumento de la "sintonía" entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado. Parecería que el imperialismo -ese sujeto al que debíamos y podíamos derrotar- se ha esfumado y, en su lugar, ha aparecido un sujeto nuevo e invulnerable, "la globalización". Se trata, insistamos, de un proceso inexorable; todo intento de resistirse a él u orientarlo en un sentido diferente constituye una quimera. (CERVANTES, 2001).

9 Según Soros, "el desarrollo de una economía global no ha coincidido con el desarrollo de una sociedad global. La unidad básica de la vida política y social sigue siendo el estado-nación. El derecho internacional y las instituciones internacionales en la medida en que existen, carecen de la fuerza necesaria para impedir la guerra o los abusos en gran escala contra los derechos humanos en algunos países. La amenazas ecológicas no se afrontan de forma adecuada. Los mercados financieros globales están fuera de control de las autoridades nacionales o internacionales" (SOROS, 1999: 21-22)

10 En un arranque de filantropía Soros está proponiendo la creación de un "fondo mundial de ayuda a los países pobres", diferente de los que ofrecen el FMI y el Banco Mundial. Ver: AFP. "Soros propone un fondo mundial para países pobres".
http://www.yupimsn.com/negocios/leer_articulo.cfm?article_id=34941. Consultado oct.26 de 2001

11Ver: Virgilio Roel Pineda. "El fin espectacular de la época del capitalismo globalizado". Tomado de la Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNMSM.
http://200.10.69.98/hemeroteca/RevFac/r11.2.htm .Consultado nov.27/99


La nueva vieja globalización

Para algunos autores el fenómeno de la globalización no es algo nuevo y a lo largo de la historia se han dado momentos de mayor o menor globalización, desde la época del Renacimiento. El profesor Streeten, por ejemplo, afirma que "si definimos la integración como la igualdad de oportunidades económicas, no obstante las diferencias en los recursos iniciales y el nivel de progreso de los miembros del área integrada, el mundo estaba más integrado a fines del siglo XIX. Si bien las barreras arancelarias impuestas por los países (con excepción del Reino Unido) eran mayores (entre 20% y 40% en comparación con menos del 5% en la actualidad), las barreras no arancelarias eran mucho más bajas; el flujo de capital y dinero en el marco del patrón oro era más libre (no existían los obstáculos al comercio creados por las variaciones del tipo de cambio), y la migración era mucho más fácil: rara vez se necesitaba un pasaporte, y la ciudadanía se adquiría fácilmente"(STREETEN, 2001: 34).12

Ferrer va mucho más atrás, cuando afirma que la globalización tiene una antigüedad de cinco siglos. Para este autor, "el surgimiento del primer orden global coincidió con un progresivo aumento de la productividad, inaugurado con el incipiente progreso técnico registrado durante la Baja Edad Media. La coincidencia de la formación del primer orden económico mundial con la aceleración del progreso técnico no fue casual. La expansión de ultramar fue posible por la ampliación del conocimiento científico y la mejora en las artes de la navegación y la guerra"(FERRER, 1998).13 Por su parte, Marx y Engels en el Manifiesto ya señalaban cómo, "espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes"(MARX, 1983: 31).14 Es interesante resaltar cómo los fundadores del socialismo científico, ya a mediados del siglo XIX preveían la inexorable "globalización" del modo de producción capitalista, gracias al "rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación..."(MARX, 1983:32).

Posteriormente, los marxistas de comienzos del siglo XX continuaron el análisis de la "globalización" del capitalismo como modo de producción, al interior del cual, según su interpretación, maduraban las contradicciones que lo llevarían a su fin. En los escritos de Lenin, Bujarin, Luxemburgo y otros se muestra cómo en los comienzos del siglo XX el capitalismo de libre competencia había entrado en su fase imperialista, caracterizada por el dominio de los monopolios y el expansionismo económico y político de unas cuantas potencias hacia el resto del mundo. Este capitalismo monopolista, al asociarse al poder del Estado, daría como resultado el capitalismo monopolista de Estado que, según los marxistas, era la antesala del socialismo. Continuando con este razonamiento podríamos decir que si la fase monopolista del capitalismo se tradujo en la consolidación del imperialismo, la fase transnacional del capitalismo monopolista corresponde a lo que eufemísticamente se conoce hoy en día como "globalización", uno de cuyos rasgos es la reducción del papel del Estado a simple guardián del mercado.

De esta manera, todo parece indicar que el fenómeno de la globalización tiene sus raíces en los comienzos mismos del sistema capitalista; no obstante, sus características en la actualidad son cualitativamente distintas a las observadas antes de la segunda guerra mundial en el siglo XX, así su esencia en principio siga siendo el expansionismo, el sometimiento y la explotación.

12 En este mismo sentido se manifiesta otro autor, cuando afirma que a finales del siglo XIX "el mundo estaba considerablemente integrado desde el punto de vista económico, gracias a la movilidad del capital, los bienes y las personas. El capital circulaba sin trabas entre países y continentes; el comercio no encontraba grandes obstáculos, aun en países aparentemente proteccionistas, como Estados Unidos y el imperio alemán. Los obstáculos no arancelarios eras escasos, y no había ningún tipo de cuota. Y, sobre todo, las personas se desplazaban libremente. No necesitaban pasaportes. Apenas se discutían cuestiones de ciudadanía. Muchas personas de Asia y Europa dejaron su hogar y se lanzaron en difíciles viajes a través de continentes y océanos, en busca de libertad, seguridad y prosperidad, tres valores estrechamente interrelacionados. Los inmigrantes contribuyeron de manera importante al crecimiento económico de los países que los acogieron. Y en los países de donde habían partido hubo un gran aumento de la productividad al disminuir la población; la migración redujo la pobreza de países como Irlanda y Noruega. Las grandes corrientes de capital, comercio y población estaban vinculadas".(Harold James. "¿Es reversible la liberalización?" En: Finanzas&Desarrollo / Diciembre de 1999,pp.12-14

13 En este mismo sentido se expresa Sweezy cuando afirma que "Globalization is not a condition or a phenomenon: it is a process that has been going on for a long time, in fact ever since capitalism came into the world as a viable form of society four or five centuries ago; (dating the birth of capitalism is an interesting problem but not relevant for present purposes). What is relevant and important, is to understand that capitalism is in its innermost essence an expanding system both internally and externally. Once rooted, it both grows and spreads" (SWEEZY,1997).

14 De acuerdo con los autores, "Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal de las naciones, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la producción intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resulta de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal" (MARX, 1983: 31-32).


LA REALIDAD DE LA GLOBALIZACIÓN

Reconceptualización

Globalización no es lo mismo que homogeneización. Al tiempo que operan tendencias hacia la integración de las economías mundiales, a la destrucción de las fronteras económicas nacionales, a la conformación de un mercado mundial y de una "aldea global", también se consolidan procesos de conformación de megabloques comerciales de carácter regional y se profundizan las desigualdades entre un puñado de superpotencias tecnológicamente más desarrolladas y el resto de países del mundo. Por eso, si bien es cierto que con la profundización de la división internacional del trabajo, especialmente después de la segunda guerra mundial en el siglo XX, se ha acentuado la interdependencia económica, política y cultural entre las naciones, ésta, antes que garantizar la participación de los países en igualdad de condiciones en el llamado "mundo globalizado", es profundamente asimétrica, en favor de las naciones más avanzadas. La consecuencia de este proceso ha sido la conservación y reproducción de la pobreza en diferentes puntos geográficos del planeta. Se trata en realidad de un mundo de socios desiguales, donde los más poderosos fijan las reglas del juego y poseen los medios para hacerlas cumplir, al tiempo que los más débiles deben someterse a las mismas (NAYYAR, 2000:13).

De hecho, el enfoque de la llamada globalización no es más que el pretexto para justificar la expansión planetaria del capital transnacional, sobre la base de una nueva división internacional del trabajo, en la cual la vieja especialización de los países en la producción completa de bienes similares, es reemplazada por la especialización en la producción de partes y componentes que son utilizados para el ensamblaje final del producto en un tercer país. Por eso la globalización, como resultado de una mayor complejidad de la división internacional del trabajo, de hecho significa un mayor control y sometimiento del desarrollo económico, social, político y cultural en la periferia del mundo capitalista, bajo modalidades mucho más sofisticadas e imperceptibles, de acuerdo con los intereses de las corporaciones transnacionales y los Estados que las representan.15

Sustentada en la fetichización del mercado, la globalización se traduce en la promoción del consumismo desaforado en las naciones opulentas, en la cultura del "úselo y tírelo"(como diría Galeano), con el consecuente deterioro del medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales no renovables. Este modo de consumo se traslada a través de múltiples canales a las naciones menos desarrolladas, las cuales, sin haber alcanzado el nivel desarrollo adecuado, se ven abocadas a asimilar patrones culturales ajenos a sus propias realidades. Como señalo en otro escrito, "Este modelo de consumo produce distorsiones de índole estructural, impidiendo el desarrollo del mercado interno y generando expectativas de vida no acordes con la realidad de sus economías. A la larga, estos países terminan convertidos en mercados para los bienes y servicios, así como para el conocimiento, provenientes de las naciones más avanzadas. La alienación intelectual de los dirigentes de los países en desarrollo es bien conocida, igual que los efectos desastrosos de la aplicación, por parte de estos, de las recetas de política económica y social, elaboradas en los centros mundiales del pensamiento"(ROMERO, 2001: 61).16

Los adeptos a la globalización tratan de convencernos de las bondades de la libre competencia y de la apertura de los mercados, como premisa para salir del atraso.17 Sin embargo, al iempo que predican el libre cambio y la apertura de los mercados nacionales a las mercancías extranjeras, los países más desarrollados adoptan políticas proteccionistas de toda índole, como los subsidios a los productores locales y las restricciones de tipo fitosanitario para los productos foráneos, limitando de esta manera la entrada de productos agropecuarios y de manufacturas, provenientes de las naciones primario exportadoras.18 Al no poder expandir sus exportaciones, de acuerdo con las exigencias y barreras impuestas por las naciones opulentas, y ante la estrechez estructural de sus mercados internos(consecuencia de estructuras sociales altamente desiguales), lo cual limita la capacidad de ahorro interno, las naciones menos desarrolladas deben recurrir cada vez más al endeudamiento externo para poder atender las necesidades del desarrollo, dedicando parte importante del producto nacional al pago de las acreencias.

Para entender mejor hasta donde la globalización integra o desintegra a los diferentes grupos de países en el contexto mundial de la economía, es necesario examinar con detenimiento la situación de la división internacional del trabajo en la actualidad.

15 Como señala Cervantes "El contenido real que se expresa, se encubre o se hiperboliza con el término globalización es la metamorfosis del capitalismo monopolista de Estado en capitalismo monopolista transnacional: un proceso de ruptura de las barreras nacionales --economías, fronteras geopolíticas, Estados, códigos jurídicos, culturas e identidades-- que obstaculizan el libre desarrollo de los monopolios transnacionales, en beneficio de una élite burguesa que ha logrado apropiarse de la mayor parte de las riquezas del mundo"(CERVANTES Y OTROS:2001)

16 El caso reciente de Argentina es un prueba irrefutable de lo dañinas que pueden resultar las fórmulas recomendadas por los técnicos del FMI, sino se tiene en cuenta el desarrollo integral de la economía, el cual debe incluir la variable social como uno de sus principales componentes.

17 Un duro golpe a los neoliberales ha sido el otorgamiento del último premio Nóbel de Economía a quienes precisamente cuestionan la eficacia de las fuerzas del mercado en el mantenimiento de un supuesto equilibrio. Véase: Eduardo Sarmiento. "Lecciones del premio Nobel" En: El Espectador, Santafé de Bogotá, octubre 21 de 2001.
http://www.elespectador.com/economico/nota4.htm

18 "las barreras arancelarias de los países ricos son cuatro veces más altas para los países pobres que para otros países industrializados. Los subsidios agrícolas en el Norte excluyen a los países pobres de los mercados mundiales y les supone una injusta competencia en los mercados locales. Mientras que los países ricos mantienen las barreras sobre los sectores que consideran sensibles, han forzado liberalizaciones masivas a través de la OMC y de programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional en sectores como el agrario, estratégico desde el punto de vista del desarrollo. Así, más de una veintena de países africanos se convirtieron en la década de los noventa en importadores netos de alimentos, lo que ha puesto en grave riesgo su seguridad alimentaria". Ver: Ignasi Carreras y Jordi Barra. "Comercio y pobreza". En: La Vanguardia Digital. Enero 16 de 2002.
http://www.lavanguardia.es/cgi-bin/noti_print.pl?dia=16_01&link=vb1620a&sec=opi

La nueva división internacional del trabajo

Lo que se desprende del análisis de las tendencias mundiales de la producción, la inversión, el comercio, el flujo de capitales y de información, es que nos encontramos frente a una mayor profundización de la división internacional del trabajo, con nuevas formas de integración interregional e intra-regional, intersectorial e intra-sectorial. Las formas más avanzadas de integración se dan al interior de la Unión Europea, y en menor medida dentro del Nafta y en el bloque asiático. Estos procesos son liderados tanto por los gobiernos como por las empresas. En cuanto a los flujos intrasectoriales, según Petit y Soete, estos son de dos tipos: "aquellos que son el resultado de la diferenciación de los productos (una creciente mezcla internacional de marcas) y aquellos que parten de una especialización cualitativa entre los países asociados para la producción de un determinado producto". En el primer caso, se da una especie de diferenciación horizontal de los productos, resultado de la integración económica entre países más desarrollados. En el segundo caso, se da un especie de diferenciación vertical, como resultado de la "tendencia de las economías con diferentes niveles de desarrollo a aprovechar ya sea los costos de producción más bajos o las mejores capacidades organizativas y de innovación para producir productos de bajo precio o de alta calidad" (PETIT y SOETE, 1999).

De acuerdo con Di Filippo, en la actualidad "el comercio intersectorial de manufacturas por productos primarios ya no define esencialmente el relacionamiento económico entre centros y periferias. La globalización económica mundial privilegia las formas del comercio intrasectorial (intraindustrial) e intrafirma de bienes y estimula el comercio de servicios. Los términos de intercambio de manufacturas por productos primarios constituyen un tema de importancia económica decreciente"(DI FILIPPO, 1998). En realidad, esta tendencia se da fundamentalmente al interior de la división transnacional del trabajo y no en la estructura de los intercambios comerciales de los países menos desarrollados, los cuales, en su gran mayoría, continúan dependiendo de la exportación de bienes primarios para poder tener presencia en los mercados internacionales, en condiciones desventajosas. Precisamente, parte de los debates dentro de la OMC gira alrededor de la exigencia de un tratamiento más equitativo para los productos agropecuarios provenientes de los países en desarrollo.

Igualmente se ha modificado el proceso administrativo de la cadena productiva a escala mundial. Según Reich, "las nuevas redes de organización empresarial de "alto valor", que están reemplazando a las viejas estructuras piramidales centralizadas –de alto volumen-, se están extiendo por todo el mundo"(REICH, 1993:114). Si en el viejo esquema administrativo todos los procesos se controlaban desde la oficina central en el país de origen que, como en el caso de Norteamérica, "más allá del proceso efectuado en el extranjero hasta llegar al producto final, la labor más compleja –diseño, fabricación de los componentes clave, planeamiento estratégico, financiamiento y marketing- se hacía en los Estados Unidos y a cargo de norteamericanos", en las condiciones de las redes empresariales de "alto valor" "este tipo de control y propiedad centralizados es imposible de llevar a cabo" (REICH, 1993: 115).

En el nuevo esquema de división internacional del trabajo las mercancías han perdido su nacionalidad y ya no pueden considerarse estrictamente como de un país en particular. Como señala Reich, "en la economía tradicional de alto volumen la mayoría de los productos –como las compañías de las cuales provenían-tenían diferentes nacionalidades. Más allá de las fronteras internacionales que debían atravesar, su país de origen –el sello de la industria que habitualmente se imprimía en ellos-jamás se puso en duda. La mayor parte del trabajo que requerían dichos productos se hacía en un sitio, simplemente porque las economías de escala necesitaban un control central". En cambio, en la nueva economía de alto valor, "los productos se pueden fabricar eficientemente en diferentes lugares, y armarse de múltiples maneras a fin de satisfacer las necesidades de los consumidores en diversos lugares" y "los recursos financieros e intelectuales pueden venir de cualquier parte y sumarse de inmediato" (REICH, 1993: 116). Esto se facilita cada vez más gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación y de los sistemas de transporte.19 Según el autor, en las "redes mundiales" los productos no son más que "combinaciones internacionales". Lo que se intercambia con mayor frecuencia entre las naciones no es tanto el producto terminado como "la especialización para resolver los problemas (investigación, diseño del producto, fabricación), para identificarlos (marketing, publicidad, encuestas al consumidor), y para coordinar los servicios (financiamiento, búsqueda, contrataciones), así como ciertos servicios y componentes de rutina, todo lo cual se combina para crear valor" (REICH, 1993: 117). Sin embargo, la profundización y desarrollo de las "redes" mundiales de producción de lejos no significa la globalización de los mercados. Como señala un informe de la CEPAL, en el terreno económico la dimensión más relevante de la actual situación a escala mundial es "la globalización incompleta de los mercados", como resultado de los cambios tecnológicos, así como "de la planeación crecientemente global de la producción y el mercado por parte de las grandes empresas transnacionales, de la reestructuración de los procesos productivos (la ruptura de las "cadenas de valor", que permite hoy realizar en sitios muy diversos fases de procesos antes localizados en un mismo sitio), y de la interacción de todos estos elementos con los cambios institucionales que los han acompañado"(CEPAL, 2000a : 46). El problema de fondo en todo este proceso es el protagonismo de un pequeño grupo de países altamente desarrollados, al tiempo que la mayoría de las naciones en desarrollo deben conformarse con el papel de actores pasivos frente a la estrategia transnacional de dominio planetario.

De esta manera, el factor predominante en la actual división internacional del trabajo continúa siendo el control de la producción, el comercio, los flujos de capital financiero, la inversión y, lo que es más importante, los mayores avances tecnológicos, por parte de las empresas transnacionales, lo que de hecho ha modificado sustancialmente el ordenamiento mundial, configurando una especie de división transnacional del trabajo, bajo la cual los procesos productivos y sus resultados aparentemente pierden la nacionalidad, debido a que el producto se elabora al mismo tiempo en varios países, pero parcialmente 20. Aparte de este control (el cual corresponde no solo al presente), lo que más llama la atención es el contenido estructural de dicho proceso, más concretamente, "la importancia que en estos flujos están adquiriendo las denominadas operaciones internas de una red global en expansión: el intercambio de insumos y de bienes tecnológicos (resultados de la investigación y desarrollo) al interior de la empresa transnacional global, la cual se entiende no sólo como una empresa o conjunto de empresas ligadas por un centro de control financiero común" 21, sino también como "una compleja y extendida red de relaciones de competencia y colaboración (alianzas estratégicas) y que progresivamente se van integrando en vastos conglomerados o sistemas complejos de interdependencia en donde las tareas de investigación y desarrollo, las de producción, mercadeo y financiamiento se van compartiendo y configurando entidades económicas y organizacionales de vastas proporciones y de singulares atributos". 22 Se trata en realidad de un esquema avanzado de acumulación capitalista transnacional, que lejos de eliminar las viejas contradicciones las reproduce en forma ampliada, adicionando nuevas formas de dominio y control.

Se estima que en 1997 doscientas de las llamadas empresas globales aportaban el 33% del Producto Bruto Mundial, frente a un 24% en 1982. Si tomamos las primeras quinientas firmas en todo el mundo esta participación alcanzaba el 45%. En general, se calcula que el conjunto de las empresas transnacionales (aproximadamente 35 mil) pueden estar generando el 65% del Producto Bruto Mundial. La mayoría de estas empresas tienen su sede en los países más desarrollados, especialmente los pertenecientes al grupo de los siete (G7).23

En este nuevo esquema de división transnacional del trabajo, los países menos desarrollados tienen pocas opciones de insertarse en los mercados mundiales de manera independiente y deben hacerlo cada vez más en calidad de apéndices económicos ( y políticos) de las grandes empresas trasnacionales y sus países de procedencia, de acuerdo con el esquema trazado por ellas y con la implacable competencia, condicionada por las tecnologías de punta. Solo aquellas naciones que inviertan mayores recursos en investigación y desarrollo, en infraestructura y en educación, podrán ofrecer mejores condiciones para que las empresas ejerzan el liderazgo tecnológico. Por eso, "la riqueza nacional pasará a aquellas naciones que desarrollen un amplio espectro de habilidades que se complementen entre sí" (THUROW, 1996: 89).24 Igualmente, los incrementos de la productividad laboral y su distribución internacional dependerán cada vez más del conocimiento, favoreciendo a los trabajadores calificados en las tecnologías de la información, en detrimento de los escasamente calificados, los cuales son confinados "a tareas rutinarias en la producción de bienes y servicios"(DI FILIPPO, 1998).

El resultado del creciente proceso de concentración mundial de la producción y del conocimiento en un puñado de países más avanzados, ha sido el aumento de las desigualdades en todos los sentidos. En 1997 el 20% de la población más rica, residente en los países de renta alta, participaba en el 86% del producto bruto mundial, al tiempo que en el otro extremo el 20% de la población más pobre, residente en los países de renta baja, participaba en tan solo el 1% del mismo. Igualmente, en ese mismo año al primer grupo de países ricos le correspondió el 82% de las exportaciones mundiales y el 68% de la inversión extranjera directa mundial, al tiempo que al grupo de los más pobres solo le correspondía el 1% por ambos conceptos. Similar situación se observa con relación al uso de las líneas telefónicas y a la conexión a Internet: 74% y 93% para el primer grupo, y 1,5% y 0,2% para el segundo, respectivamente (NAYYAR, 2000:11).

Tal como señalo en otro escrito "para 1999 los 28 países más desarrollados, con el 15.5% de la población mundial, generaban el 57.4% del PIB y controlaban el 77.6% de las exportaciones de bienes y servicios a escala planetaria. Dentro de estos 28 países los 7 más industrializados, conformados por Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Canadá, con el 11.6% de la población mundial, generaban el 45.8% del PIB y controlaban el 48.9% del comercio. Al otro extremo, 128 de los llamados países en desarrollo, con el 77.7% de la población mundial, generaban el 36.8% del PIB y participaban con tan solo el 18% de las exportaciones de bienes y servicios"(ROMERO, 2001: 60). Este proceso ha conducido a la consolidación de una especie de oligopolio mundial. Como señala un autor, "las firmas y países que constituyen este oligopolio mundial establecen relaciones con las diversas regiones del mundo fuertemente asimétricas y jerarquizadas, y constituyen un espacio de interdependencia y feroz competencia basado en la expansión mundial, las inversiones cruzadas y la concentración derivada de adquisiciones y fusiones entre estos grandes grupos que en general son originarios de alguno de los polos de la Tríada"(ROMERO, 1998).

Como ya observamos en relación con la IED, uno de los principales rasgos de la economía mundial en la actualidad es el auge de los flujos de capital, en comparación con el flujo de mercancías. Se trata de capitales cada vez más especulativos, que atentan permanentemente contra la estabilidad monetaria mundial y en especial contra la estabilidad de las economías menos desarrolladas.25 Es por culpa de estos capitales que se desataron las crisis de Asia, Rusia y América Latina en la década pasada. Debido a que estos flujos no son regulados internacionalmente su impacto es aún más negativo; de ahí que el mayor peligro a que se enfrentan las economías más atrasadas se ubique en la esfera monetaria.

Según Félix, el argumento teórico para globalizar la libre movilidad de los capitales especulativos se fundamenta en una supuesta eficiencia de los mercados, libres de la ingerencia de los gobiernos. A partir de este supuesto, los mercados de capital optimizarían "la determinación de precios de los activos de capital y la asignación eficiente de los recursos susceptibles de invertirse"; cualquier resultado insatisfactorio dependería no tanto del mercado, sino de políticas erradas o de factores exógenos imprevistos, tales como fenómenos naturales o políticos (FELIX,1998). La realidad es que la creciente terciarización de la economía, sustentada en la especulación financiera a escala mundial, se constituye en uno de los principales factores que no solamente desestabilizan el funcionamiento de las economías sino que contribuyen a profundizar las desigualdades entre los países. 26 A este proceso ha contribuido el negocio del narcotráfico, que moviliza enormes cantidades de dinero alrededor del mundo.

Pero más allá de los cambios cuantitativos en la estructura de la economía mundial, lo que realmente caracteriza a la actual etapa del desarrollo son los cambios cualitativos, iniciados a partir de la década del cincuenta, más conocida como la época dorada, en el siglo XX. Es allí donde se origina la fuente principal de supremacía de las economías más desarrolladas sobre el resto del mundo. Por eso la principal ventaja de esas economías se ubica en el campo del conocimiento, materializado en los más importantes adelantos tecnológicos del momento y en el alto valor agregado tecnológico contenido en los bienes y servicios que producen y comercian.

Los cambios tecnológicos surgidos después de la segunda guerra mundial en el siglo XX, modificaron profundamente la forma en que funciona la economía global tradicional. Esto a dado pie para que actualmente se hable de una "nueva economía", liderada por los Estados Unidos de Norteamérica. La nueva economía es vista ante todo como el conjunto de empresas y sectores económicos "estrechamente asociados con la revolución tecnológica digital y con el crecimiento de la Internet" (MONTHLY REVIEW, 2001). A diferencia de la era industrial de producción masiva, la "nueva economía" se caracteriza por el desarrollo de producciones flexibles, capaces de reaccionar oportunamente a los cambios del mercado. Este esquema, llamado por algunos "postfordismo", ha sido posible gracias a la introducción de las nuevas tecnologías en los procesos, haciéndolos cada vez más "inteligentes". Al tiempo que se producen cambios profundos en la manera como funcionan los negocios, en el mercado laboral ha surgido un sinnúmero de nuevas profesiones, asociadas al manejo y desarrollo de las nuevas tecnologías de comunicación e información.

De otro lado, al tiempo que avanza el proceso de concentración del conocimiento y del capital mundiales en un puñado de potencias, en los países, especialmente en los menos desarrollados, se reproduce constantemente la economía informal, ante la incapacidad de la economía convencional de generar los puestos de trabajo necesarios. Cientos de miles de personas, carentes de garantías laborales, con ingresos mínimos e integrados indirectamente al capital transnacional y a la llamada economía subterránea, sobreviven en la jungla del capitalismo salvaje. A estos grupos sociales la globalización les llega por la puerta de atrás, a través de los representantes de las compañías extranjeras y de toda una constelación de distribuidores que tienen en los informales una fuente inagotable de fuerza de trabajo supremamente barata.

19 De acuerdo con Reich, "a medida que se acortan las distancias en todo el planeta, a través del progreso en las telecomunicaciones y el transporte, los grupos creativos de una nación están en condiciones de unir sus capacidades con los de otros países, a fin de ofrecer el mayor valor posible a los consumidores de casi todo el mundo. El nexo entre los distintos puntos estratégicos de la red mundial son las computadoras, los aparatos de fax, los satélites, los monitores de alta resolución y los módems, todos los cuales relacionan a los diseñadores, ingenieros, contratistas, concesionarios y vendedores de todo el mundo"(REICH, 1993: 115).

20 "La especialización geográfica del proceso productivo, en el cual intervienen diferentes países y regiones, hace que se camufle cada vez más el origen real de las mercancías; es como si estas no tuviesen nacionalidad. En estas condiciones, la economía mundial es cada vez menos la suma de economías nacionales aisladas, para convertirse en una economía global e interdependiente, lo cual da la impresión de homogeneidad" (ROMERO, 1999: 22-23)

21 Ibídem, p.24

22 Ibídem

23 Véase: Jorge Beinstein. La declinación de la economía global (BEINSTEIN, 1999).

24 Según este autor, "en el siglo XXI la ventaja comparativa determinada por el hombre, con la importancia asignada a las tecnologías de los procesos, será el punto de partida de la competencia económica. Muchas áreas del mundo elaborarán estrategias destinadas a apoderarse de lo que esas regiones perciben como las industrias básicas del futuro"(THUROW, 1992:59)

25 Como señala Daza, "la relación entre el movimiento mundial de divisas y el valor del comercio mundial, que era 3,5 a 1 en 1977, se elevó a 64,1 a 1 en 1995. Hasta el punto que esos movimientos han determinado que las autoridades monetarias de los países en desarrollo, en lugar de diseñar sus políticas cambiarias y fiscales en función de la asignación de recursos en los sectores productivos, las dedican a tratar de sobreaguar en los procelosos mares del sistema financiero global y calmar las "expectativas volátiles de los mercados financieros", volatilidad en la cual basan sus ganancias los grandes inversionistas"( DAZA, 1999: 11).

26 Como se anota en un informe de la CEPAL "La coexistencia de la globalización financiera con políticas macroeconómicas nacionales, que aún se diseñan en función de intereses y contextos internos, origina no pocas tensiones para los países en desarrollo, que están sujetos a incertidumbres que generan las políticas macroeconómicas adoptadas por los países industrializados, los cuales no "internalizan" adecuadamente sus efectos sobre el resto del mundo y carecen de mecanismos de coordinación para garantizar su coherencia global. A ello se agregan los problemas propios del mercado financiero, en especial la volatilidad y los fenómenos de "contagio", que han golpeado duramente a los países latinoamericanos y caribeños en la década de 1990"(CEPAL, 2000 a: 47). En este mismo sentido se manifiesta José A. Ocampo, refiriéndose a América Latina: "La volatilidad de los capitales tiende a transmitirse a la actividad productiva. Esto es particularmente cierto en América Latina, donde existe una relación muy fuerte entre crecimiento económico y financiamiento internacional. La razón básica de esta relación es la tendencia de los auges de financiamiento internacional a generar "burbujas especulativas": aumentos rápidos del crédito y del gasto, público y privado, aumentos de los precios de los activos (finca raíz y mercados bursátiles), revaluación de las monedas y deterioro de la cuenta corriente de las balanzas de pagos con el exterior. Estas "burbujas" estallan cuando desaparecen las condiciones excepcionales de financiamiento externo, dando lugar a crisis severas"(OCAMPO, 2001c).



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De: jesus guerrero <jexux.50@gmail.com>
Fecha: 23 de noviembre de 2010 22:37
Para: jmalaguera.8730923452@bloggeer.com


EL ESTADO-NACIÓN FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN

Una de las implicaciones de la profundización de la división internacional del trabajo, sustento material de la globalización, es la pérdida relativa de autonomía de los Estados nacionales en el manejo los grandes problemas económicos, políticos, ambientales, entre otros. Precisamente, la globalización de los grandes problemas como los conflictos regionales por la delimitación de las fronteras geopolíticas, o por el control de los recursos naturales y los mercados; la creciente contaminación del medio ambiente y sus secuelas como la destrucción de la capa de ozono y el consecuente cambio climático; la propagación de enfermedades como el Sida; el resurgir del terrorismo mundial; el desborde del sistema financiero, imposible de controlar por un solo país; el control del enorme potencial nuclear, que amenaza con desaparecer al planeta; el problema del narcotráfico mundial; el problema de la pobreza extrema y tantos otros, han hecho necesaria la creación de organizaciones de carácter transnacional, tales como las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y un sinnúmero de ONGs, como Amnistía Internacional, Greenpeace, etc. Según Drucker, en las últimas décadas el Estado-nación ha venido perdiendo importancia, siendo "superado en áreas cruciales en que la soberanía ha perdido todo significado. Las nuevas demandas que afrontan todos los gobiernos son retos que sencillamente no se pueden manejar por acción nacional ni siquiera internacional. Requieren entidades transnacionales que tengan soberanía propia. También el regionalismo está haciendo a un lado el Estado-nación. Y en lo interno el Estado-nación está siendo minado por el tribalismo"(DRUCKER, 1994: 156-157).

No obstante, el accionar de las organizaciones transnacionales no ha dado los resultados esperados. Muchos de los acuerdos alcanzados en los foros mundiales no se cumplen en la práctica, lo que genera desconfianza y desasosiego dentro de la comunidad de los países menos desarrollados.

En el aspecto meramente económico el Estado-Nación, especialmente en los países menos desarrollados, ha venido perdiendo cada vez más el control de las principales variables macro, al punto que las políticas deben diseñarse no solamente a partir de los entornos internos, sino, fundamentalmente, teniendo en cuenta los cambios a escala internacional, los cuales son controlados por el capital transnacional. Como señala un autor, "en la época de la Globalización los Estados Nacionales y sus Gobiernos dejan de tener el protagonismo de antaño: son sólo necesarios para mantener el orden social y político, pero ya no lo son para el proceso económico" y su intervención incluso es considerada un estorbo para el proceso globalizador. En realidad, el protagonismo de los Estados y sus gobiernos "es asumido ahora por poderosas entidades financieras internacionales y los no menos poderosos consorcios multinacionales", que son los verdaderos protagonistas de la Globalización. Como consecuencia, el autor considera que "la política debe de abandonar su influencia en la economía" (MUNIESA, 2001) 27 De todas formas, como señala Ocampo, "la globalización no ha renunciado a los Estados nacionales como unidad básica de articulación de las sociedades, pero los ha debilitado. Les sigue entregando la inmensa tarea de manejar múltiples temas económicos, sociales y políticos para los cuales no existen instituciones eficaces a escala mundial, pero les otorga cada vez menos instrumentos y márgenes para hacerlo". (OCAMPO: 2001c)

27 De ahí que algunos afirmen que "en la era de la globalización el Estado-nación está en crisis", la cual "lo empuja a su transformación, acotada como un componente de los procesos de ´reestructuración global` asociados con la emergencia de un capitalismo transnacionalista. Ya no es el Estado-nación modelado como un actor que tiene coherencia y un destino propio dentro de una jerarquía de poder internacional y como resultado de una racionalidad de intereses"(VARGAS H, 2001)

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De: jesus guerrero <jexux.50@gmail.com>
Fecha: 23 de noviembre de 2010 22:41
Para: jmalaguera.8730923452@bloggeer.com


Las alternativas

Los partidarios de la globalización ven como única alternativa al lento crecimiento en los países en desarrollo la apertura a la competencia externa, no sin antes introducir ajustes económicos y sociales de carácter regresivo, incluyendo el desmantelamiento del sector estatal de la economía y el recorte en importantes renglones del gasto social. 30 Por su parte, los defensores del Estado grande y omnipotente se oponen abiertamente a la privatización de las empresas públicas, con el argumento de que supuestamente se rompe el equilibrio social. Como lo demuestra la experiencia, ni la apertura indiscriminada a los mercados externos, ni el proteccionismo incondicional de las economías nacionales permiten alcanzar mayor competitividad con bienestar social. Las nuevas tecnologías de información y comunicación ofrecen oportunidades de inserción comparativamente más ventajosas que antes. Sin embargo, la persistencia de estructuras socioeconómicas y estilos de gobierno atrasados, impiden una adecuación efectiva a los cambios experimentados por la economía internacional. Se trata, como señala un autor, de las "sombras del pasado", que no permiten avanzar eficientemente (MESSNER, 1996). Por eso, cualquier readaptación a las nuevas realidades del mundo actual necesariamente debe pasar por reformas estructurales profundas, partiendo de las particularidades de cada país y sobre la base de la búsqueda del bienestar para la mayoría de la población, fortaleciendo al mismo tiempo la capacidad competitiva en los mercados internacionales.

Para que lo anterior sea posible es urgente revisar a fondo los enfoques teóricos que han servido de soporte a las políticas adelantadas por los gobiernos de los países en desarrollo. Definitivamente hay que abandonar el fetichismo mercantil como la única salida a los problemas que padece la mayor parte de la humanidad. 31 Igualmente hay que desactivar la corrupción que impide al Estado cumplir con su papel regulador, evitando que la "racionalidad" del mercado profundice las desigualdades sociales. En última instancia, solo el esfuerzo mancomunado de los países menos desarrollados, sobre la base de movilizar todo su potencial socioeconómico y político, puede contribuir a modificar su situación en la actual división internacional del trabajo.

30 Como señala Otto Boye, "Cuando las fuerzas de la globalización adquirieron tal magnitud que se hacía imposible negar su realidad, hubo quienes las saludaron como algo inevitable y como una muestra del progreso de la humanidad ante las cuales la única actitud posible era adaptarse. La globalización era una especie de nueva mano invisible de alcance mundial que nos llevaría a todos a la concordia y la modernidad. Si algo había que hacer era desmantelar los residuos de una época anterior que significaban resistencias a esas fuerzas, tales como las regulaciones estatales, y las actitudes que no fueran amistosas con ellas, particularmente con el predominio omnipresente de las leyes del mercado"(BOYE, 2001).


31 Como anota Cardoso, "la globalización no puede ser sinónimo de fundamentalismo del mercado. No puede ser sinónimo de capitalismo salvaje de dimensiones globales". Ver: Fernando Enrique Cardoso. "La globalización y el capitalismo salvaje". En: http://gentealternativa.galeon.com/tribunaoradores/tribuna145.htm Consultado diciembre 19 de 2001

La respuesta regional y local

Últimamente ha tomado fuerza el debate sobre el papel de lo local y lo regional frente al avance incontenible de la globalización. En realidad este debate no es nuevo y en nuestro medio son ya conocidos los diferentes enfoques que, de una u otra forma, tratan de explicar la situación desigual de nuestros países en la división internacional del trabajo, como es el caso de la teoría de la dependencia. Igualmente, no han sido pocos los intentos de contrarrestar la arremetida de las transnacionales mediante el impulso a los procesos integracionistas en los diferentes puntos del planeta subdesarrollado. Sin embargo, tanto los enfoques excluyentes frente al problema de la asimetría en las relaciones con las superpotencias mundiales, como los procesos prácticos de integración, no han hecho más que corroborar una realidad: la integración de las economías débiles al mecanismo de reproducción ampliada del capital transnacional, por la vía del intercambio de bienes primarios y fuerza de trabajo baratos por bienes manufacturados con alto contenido tecnológico, se ha traducido en un mayor fortalecimiento de los factores que condicionan inexorablemente cualquier avance en las fuerzas productivas, entre ellas las nuevas tecnologías, a la estrategia global del mismo.

Ante esta realidad, algunos autores hablan no tanto de integración o dependencia, sino de "hibridización", sin que ello signifique desconocer las desigualdades predominantes (SONNTAG y ARENAS:1995). De ahí que toda iniciativa de carácter local y regional necesariamente deba partir del conocimiento y comprensión de la dinámica globalizadora bajo las nuevas circunstancias de la división internacional del trabajo.


REFLEXIONES FINALES

Lo que se desprende del análisis anterior es que el llamado proceso de globalización, en el que supuestamente todos los países intervienen en igualdad de condiciones, dista mucho de la realidad. En este sentido, la llamada globalización no pasa de ser más que un mito elaborado en los centros de pensamiento de los países más desarrollados, para darle consistencia teórica a las nuevas formas de sometimiento y explotación de los países menos avanzados, que son la mayoría. No obstante, sería ingenuo desconocer los cambios estructurales que caracterizan la etapa actual del desarrollo mundial y que, gústenos o no, afectan nuestras vidas, para bien o para mal. Desde este punto de vista, la llamada globalización ni es la panacea de los males que padece la mayor parte de la humanidad, ni tampoco la causa de todos los males que aquejan al mundo en desarrollo. El carácter desigual del desarrollo mundial no es atributo de la mayor profundización de la división internacional del trabajo (soporte material de la globalización), sino que está implícito en el carácter mismo del sistema de acumulación capitalista global que, por definición, presupone la concentración del poder, la riqueza y el conocimiento en un reducido grupo de naciones altamente desarrolladas, al tiempo que el resto de países deben insertarse a partir de las reglas de juego elaboradas por el capital transnacional.

Ante esta realidad, los países menos desarrollados deben concentrar todos sus esfuerzos en buscar la manera de aprovechar eficientemente las ventajas que pueda ofrecer la actual división internacional del trabajo, especialmente aquellas relacionadas con las nuevas tecnologías que, pese a estar controladas por los centros desarrollados de producción de conocimiento, es posible adoptarlas y/o adaptarlas a las condiciones regionales y locales concretas 32. Para ello es indispensable pasar del discurso plañidero que, aunque con sobradas razones, descarga en los países desarrollados la responsabilidad de nuestro atraso, a las acciones encaminadas a asumir por nuestra cuenta la tarea de construir una sociedad más justa y competitiva. Esto requiere de una verdadera reingeniería de la estructura mental parasitaria de nuestra intelectualidad, acostumbrada a consumir, sin mayor elaboración, conocimientos producidos en y para otros entornos. En otras palabras, atreverse a repensar nuestra realidad sin perder de vista que somos parte de un mundo cada vez más interconectado e interdependiente, en el cual nuestra situación es extremadamente desventajosa. Para ello es necesario romper con el paternalismo ideológico de toda pelambre que por tantos siglos ha condicionado nuestra manera de pensar, sin que ello signifique menospreciar la riqueza intelectual acumulada por la humanidad a lo largo de su historia, sino por el contrario, utilizarla creativamente en la interpretación y solución de nuestros problemas.

32 De acuerdo con la CEPAL "En el ámbito tecnológico, como en el del comercio de bienes y servicios, la globalización de los mercados ofrece ciertamente, para los países en desarrollo, oportunidades que permiten hoy diseñar estrategias de crecimiento basadas en las posibilidades que ofrece una mayor integración con la economía mundial".( CEPAL, 2000a)


A MANERA DE CONCLUSIÓN

Son múltiples los factores que impiden resolver el problema de la pobreza en los países menos desarrollados, los cuales son no solo de carácter económico, sino también sociopolítico, relacionados con la persistencia de estructuras socioeconómicas atrasadas y con su posición desventajosa en la división internacional del trabajo. Por ello se requieren profundas transformaciones de carácter estructural, tanto en lo económico como en lo político y lo social, lo cual debe ir acompañado del reemplazo de los actuales modelos de desarrollo excluyente, por esquemas en los cuales se de una mejor distribución del ingreso y la igualdad de oportunidades para todos, dependiendo de sus capacidades. Se trata de un enfoque integral del problema de la pobreza, con el fin no solo mejorar las condiciones materiales de vida de la población, sino también su calidad, a partir de un mayor grado de libertad política y una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones sobre los asuntos que afectan directa o indirectamente sus intereses, además de garantizarle un nivel adecuado de acceso a la educación, la salud, la vivienda y la seguridad social. Para ello se requieren profundas reformas en las costumbres políticas y en la manera en que funciona el Estado, mejorando su eficacia y su compromiso con los sectores más vulnerables de la sociedad.

Igualmente, es necesario comprometer al sector privado en la solución de los problemas que impiden mejorar la situación de los más pobres. Todo esto, de alguna manera, está consignado en los principales documentos publicados por organismos internacionales y los gobiernos de los países en desarrollo; lo que falta es mayor voluntad política para llevar a cabo los cambios necesarios.

También es urgente establecer un nuevo orden económico internacional, que le garantice a los países menos desarrollados una mayor participación en la división internacional del trabajo, sobre la base de una mayor libertad para exportar sus productos a las naciones más opulentas. Esto le permitiría a los países pobres superar en gran medida los obstáculos que impiden solucionar los problemas de la pobreza.

Finalmente, para lograr los objetivos mencionados es imprescindible revisar a fondo los esquemas teóricos que han servido de fundamento a las políticas económicas y sociales en los países en desarrollo, partiendo de sus propias realidades y buscando mejorar efectivamente la calidad de vida de la población, como condición para alcanzar el desarrollo humano y sostenible.





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